Miedo a las Alturas

Javier Castañeda Monter

Ayer me contactó una mujer a la que le ofrecieron un puesto ejecutivo muy importante para ella.

Le dieron la oportunidad porque quieren cambiar la forma en la que se están haciendo las cosas. Es una empresa que ha perdido algunos talentos importantes y el cambio es una obligación.

Las empresas tradicionales en general no escuchan a la gente, por eso la contratan a ella para que cambie la forma en la que se está llevando a cabo la relación con la gente.

Me buscó porque está muy contenta porque es una gran promoción, sin embargo en el fondo no se siente preparada para el puesto, es decir tiene miedo.

El miedo siempre está presente, no existe ser humano que no sienta miedo, y si existe, por favor preséntamelo.

Ante los retos que vamos asumiendo es usual que nos sorprenda el miedo, ¿estaré haciendo lo correcto? Y si fallo, ¿cuál será la consecuencia? Ahora mis decisiones afectan a más personas, no me puedo dar el lujo de equivocarme.

Estos suelen ser algunos de los pensamientos que nos vienen a la cabeza, mismos que van alimentando el miedo, hasta que se apodera de casi todos los pensamientos, silo dejamos.

La ejecutiva en cuestión se fue dando cuenta que el tema de decisiones no es un tema de edad, es un tema de experiencia, si es cierto que a mayor edad puede haber más experiencia, pero no siempre es así.

¿Cuántas veces volteamos a ver a nuestro jefe para que decida por nosotros?, si él decide, nosotros actuamos bajos sus órdenes y si algo sale mal siempre está el pensamiento: mi jefe dijo. Y eso no nos deja asumir toda la experiencia que podemos adquirir.

El miedo es para prevenir un daño grave, algo que puede acabar con nuestra existencia, o sufrir un accidente físico o moral.

El miedo está para que pensemos bien lo que vamos a hacer y no seamos temerarios.

Sin embargo, un miedo que se pase de la raya, puede hacer que el día que te dan la promoción en tú trabajo, no duermas, te duela la cabeza, vomites y más cosas feas.

¿Por qué si es una cosa buena, el miedo me afecta tanto?

En general, porque le damos más poder al miedo del que debe tener, porque nos ponemos expectativas que son imposibles de cumplir, porque nos sentimos perfectos y no nos podemos equivocar.

¿Cómo me deshago del miedo si ya lo tengo?

Suele ser más fácil de lo que parece, pues simplemente hay que hablarlo con la persona adecuada.

¿Cuántas veces hablamos del miedo y saliendo de la plática tenemos más miedo?

No todas las personas saben ayudar a un tercero a validar sus miedos y ponerlos en la perspectiva adecuada. La gran mayoría, se suele sumar al miedo, por lo que incrementa el propio.

Recuerda, el miedo puede ser el mejor aliado, si lo sabes canalizar

También para profundizar en la parte de pareja pues estaré impartiendo un taller el 7, 14 y 21 de abril, para más datos entra a www.mi-terapia.com

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